Cuando el deseo de aprender hace daño

Valeria supo que su vida ya no le pertenecía el segundo exacto en que encontró una bala sobre su cama.No había sangre.No había nadie.Solo la bala.Fría. Brillante. Perfectamente colocada sobre la almohada, como si alguien hubiese dormido con ella toda la noche. El grito se le ahogó en la garganta. El corazón le latía tan fuerte que le dolía el pecho. Miró la puerta. Cerrada. Las ventanas. Selladas. Nadie había forzado nada.Entonces vio el papel debajo de la bala.“Ahora sí me miras como debes.”Gabriel.El día anterior ella había intentado convencerse de que había sido solo un encuentro raro. Un desconocido inquietante. Un cruce sin consecuencias. Se aferró a esa mentira como quien se aferra a un salvavidas podrido.Pero ahora…Ahora él estaba dentro de su casa.Y sabía dónde dormía.Esa noche no fue al café. Apagó el celular. Se encerró en su cuarto con un cuchillo de cocina bajo la almohada, temblando, odiándose por pensar en él al mismo tiempo que sentía miedo.A las 3:17 a.m., su celular vibró.Mensaje privado. Número desconocido.“No me mires como víctima, Valeria. No te haría eso.”Ella no sabía cómo él tenía su número.Ni cómo sabía dónde vivía.Ni por qué, en lugar de llamar a la policía…se le erizó la piel de una forma que no tenía nada que ver con el terror.“¿Qué quieres de mí?” escribió con manos temblorosas.La respuesta tardó tres segundos.“Que no huyas.”Al día siguiente, él la estaba esperando fuera de la universidad.La lluvia otra vez.Como si el cielo también estuviera de su parte.Valeria se quedó paralizada al verlo. Gabriel estaba apoyado contra un auto oscuro que no había visto antes. No era la motocicleta. Era algo más… serio. Más peligroso. Más caro. Su rostro seguía igual de inexpresivo. Pero sus ojos… sus ojos ardían.—Entraste en pánico —dijo—. Eso significa que ya me creíste.—Entraste a mi casa —susurró ella—. Eso te convierte en un monstruo.Él dio un paso hacia ella.—No. Eso me convierte en alguien que te está advirtiendo.Valeria sintió el impulso de correr. También sintió el impulso de acercarse. Dos fuerzas opuestas desgarrándole el pecho.—¿Advertirme de qué?Gabriel dudó un segundo. Solo uno.—De mí.Subieron al auto.Fue una decisión estúpida.Una locura.Una sentencia.Pero Valeria necesitaba respuestas aunque le costaran la sangre.Nadie habló durante varios minutos. La ciudad pasaba rápida por la ventana. Luces. Gente. Ruidos normales de un mundo que no sabía que ella estaba entrando a otro.—No soy un buen hombre —dijo él finalmente—. Tampoco soy un villano de película. Soy algo peor. Soy real.Valeria apretó las manos.—¿A qué te dedicas?—A limpiar errores que otros cometen.Ella lo miró.—¿Matas?Gabriel no respondió de inmediato.—A veces.El silencio se volvió insoportable.—¿Me vas a matar a mí?Gabriel frenó el auto de golpe en un semáforo. Se giró hacia ella. Su rostro estaba tan cerca que Valeria pudo ver una cicatriz fina atravesándole la ceja.—Si quisiera que estuvieras muerta… no estarías aquí para preguntarlo.Llegaron a un edificio gris, viejo, oculto entre almacenes abandonados. Subieron por una escalera oscura. Gabriel abrió una puerta metálica.Adentro no había lujo. Solo armas. Mapas. Computadoras. Fotos de personas con anotaciones rojas encima.Valeria sintió náuseas.—¿Por qué yo? —susurró—. Hay millones de mujeres. ¿Por qué yo?Gabriel se acercó despacio.—Porque no me miraste con miedo cuando debías —dijo—. Me miraste como si yo fuera humano.Valeria tragó saliva.—¿Y eso te asusta?—No —respondió—. Eso me debilita.Se quedaron a un paso de distancia.La tensión no era solo peligrosa.Era eléctrica.—Esto va a destruirte —dijo él—. Si te quedas cerca de mí, vas a perder cosas que aún no sabes que amas.—¿Y tú qué vas a perder? —preguntó Valeria.Gabriel no respondió con palabras.La besó.No fue suave.No fue romántico.Fue un choque. Un escape. Una rendición.Y cuando se separaron, ambos sabían lo mismo:Ese beso no había sido el comienzo.Había sido la condena.Esa misma noche, alguien estaba muriendo por culpa de Gabriel.Y Valeria ya estaba dentro de esa historia.Sin saberlo…era la próxima víctima de su propio corazón.Y la decisión de Valeria que la convierte oficialmente en cómplice. La historia toma un nuevo ritmo cosas que parecían imposibles están pasando
